El teléfono sonó en el momento exacto en que el deseo de un llamado no podría haber sido mayor. El silencio que ocupaba el cuarto de Ana se rompió de repente, como si fuese una ramita demasiado frágil que inútilmente soportaba el temporal. Ansiosa por abandonar de alguna manera la soledad que sentía, corrió hacia el comedor, se acercó al teléfono y atendió.
- Hola...
- Perdón, equivocado.
6 comentarios:
cuantas veces hemos sido Ana, me parte el corazon, y la manera como lo decis... se sufre.
Se desespera, esperando. La ilusión se incrementa, todo puesto en esa llamada que finalmente termina por decepcionarnos y dejarnos un vacío mayor del que ya existía.
P.D.: Te voy a agregar a mis links, me gusta lo que escribís.
Seba: ¿Para cuándo un post nuevo? (je, ¡qué exigente estoy!).
Si caro... todo va de acuerdo con mi insipiracion...
Ok, entonces seguiremos esperando.
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