Éramos un grupo de cinco personas y entre todos aportábamos para pagar el alquiler de una casa cerca de la estación de Chacarita, sobre la calle Leiva. Andrés y yo ocupábamos la habitación del fondo, que estaba pegada al baño y tenia una ventana que daba de cara al patio trasero.
Frente al nosotros, cruzando el pasillo que atravesaba la casa, estaban las otras dos habitaciones. Angélica y Marcia compartían el cuarto mas grande, cuya puerta estaba frente a la nuestra y, Eduardo ocupaba el dormitorio mas chico. En la parte de adelante, en un formato muy incomodo, estaban la cocina y el comedor, atravesados por el pasillo.
Fue en nochebuena, cuando pasamos las fiestas con otros amigos que también estaban solos en Buenos Aires, que Angélica empezó a verse rara. La primera en notarlo fue Marcia, que no nos comentó nada hasta el almuerzo del día siguiente; Angélica seguía durmiendo en su habitación. Nos contó que durante el postre de la noche anterior había visto a Angélica mirarse muy concentrada las manos, como si algo extraño pasase con ellas.
En ese momento la pobre Marcia sufrió bromas y cargadas de todos. Un tiempo después, cuando entendimos lo que pasaba con nuestra amiga, tuvimos que disculparnos por todo mientras tratábamos de digerir lo ocurrido.
Después de año nuevo llegó una semana plagada de visitas a médicos y llamados a Colón, donde estaba la familia de Angélica. Nadie nos contestaba, parecía ser que la casa estaba vacía, no recibíamos respuesta a ninguna hora del día. Angélica luchaba con la horrible sensación de no saber que es lo que le estaba pasando y la incertidumbre de no poder comunicarse con sus padres.
Todos los médicos hacían estudios, miraban con atención, observaban, anotaban, tocaban, llamaban a otros doctores y el proceso se repetía, decían: "Es increíble, algo nunca visto. Vamos a tener que informar a la comunidad médica...", y nosotros salíamos espantados, temerosos de que a toda la angustia se sume un invasión de medios en nuestra tranquila casa.
Tratamos entre todos hacer una vida lo más normal posible. A pesar de que Angélica tuvo que dejar su trabajo, entre los otros cuatro pudimos absorber los gastos sin mayores problemas, solo privándonos de algunos lujos que no causaron dificultades mayores.
El tiempo fue pasando y nos acostumbramos a la situación. Incluso algunas veces pudimos hacer algunas bromas para mejorar el ambiente del hogar: Una vez que yo tuve franco esperamos con Angélica a que llegue Eduardo del trabajo. Cuando el entró fue tal el susto que se llevó por el grito de Angélica- que estaba escondida cerca de una cortina- que nos reímos por una semana de la cara que había puesto al entrar.
El tiempo fue pasando y una mañana ella ya no estaba más. Se había borrado del todo y creo que ninguno de nosotros se sentía aliviado, porque todavía sentíamos su presencia en la casa.
No fue tan difícil olvidarse de Angélica. Su partida fue tan gradual que no podríamos decir que la sufrimos. El tiempo fue pasando y una mañana ella ya no estaba más. Se había borrado del todo y creo que ninguno de nosotros se sentía aliviado, porque todavía sentíamos su presencia en la casa.
Fue un caso bastante extraño y hasta hoy ninguno de nosotros escuchó algo similar. Angélica se desvaneció.
Frente al nosotros, cruzando el pasillo que atravesaba la casa, estaban las otras dos habitaciones. Angélica y Marcia compartían el cuarto mas grande, cuya puerta estaba frente a la nuestra y, Eduardo ocupaba el dormitorio mas chico. En la parte de adelante, en un formato muy incomodo, estaban la cocina y el comedor, atravesados por el pasillo.
Fue en nochebuena, cuando pasamos las fiestas con otros amigos que también estaban solos en Buenos Aires, que Angélica empezó a verse rara. La primera en notarlo fue Marcia, que no nos comentó nada hasta el almuerzo del día siguiente; Angélica seguía durmiendo en su habitación. Nos contó que durante el postre de la noche anterior había visto a Angélica mirarse muy concentrada las manos, como si algo extraño pasase con ellas.
En ese momento la pobre Marcia sufrió bromas y cargadas de todos. Un tiempo después, cuando entendimos lo que pasaba con nuestra amiga, tuvimos que disculparnos por todo mientras tratábamos de digerir lo ocurrido.
Después de año nuevo llegó una semana plagada de visitas a médicos y llamados a Colón, donde estaba la familia de Angélica. Nadie nos contestaba, parecía ser que la casa estaba vacía, no recibíamos respuesta a ninguna hora del día. Angélica luchaba con la horrible sensación de no saber que es lo que le estaba pasando y la incertidumbre de no poder comunicarse con sus padres.
Todos los médicos hacían estudios, miraban con atención, observaban, anotaban, tocaban, llamaban a otros doctores y el proceso se repetía, decían: "Es increíble, algo nunca visto. Vamos a tener que informar a la comunidad médica...", y nosotros salíamos espantados, temerosos de que a toda la angustia se sume un invasión de medios en nuestra tranquila casa.
Tratamos entre todos hacer una vida lo más normal posible. A pesar de que Angélica tuvo que dejar su trabajo, entre los otros cuatro pudimos absorber los gastos sin mayores problemas, solo privándonos de algunos lujos que no causaron dificultades mayores.
El tiempo fue pasando y nos acostumbramos a la situación. Incluso algunas veces pudimos hacer algunas bromas para mejorar el ambiente del hogar: Una vez que yo tuve franco esperamos con Angélica a que llegue Eduardo del trabajo. Cuando el entró fue tal el susto que se llevó por el grito de Angélica- que estaba escondida cerca de una cortina- que nos reímos por una semana de la cara que había puesto al entrar.
El tiempo fue pasando y una mañana ella ya no estaba más. Se había borrado del todo y creo que ninguno de nosotros se sentía aliviado, porque todavía sentíamos su presencia en la casa.
No fue tan difícil olvidarse de Angélica. Su partida fue tan gradual que no podríamos decir que la sufrimos. El tiempo fue pasando y una mañana ella ya no estaba más. Se había borrado del todo y creo que ninguno de nosotros se sentía aliviado, porque todavía sentíamos su presencia en la casa.
Fue un caso bastante extraño y hasta hoy ninguno de nosotros escuchó algo similar. Angélica se desvaneció.